Llevar la cruz con Jesús
N° 13 - Enero 2002
Queridos amigos,
en este mes se celebra un importante aniversario: hace 80 años murió Fray Leopoldo Maria Musso, fraile franciscano que guió a Hermano Teodoreto en la fundación de la Unión Catequistas ( Instituto Seglar que se empeña en difundir el amor hacia Jesús Crucificado ) y de la Casa de Caridad Arti e Mestieri ( ente de formación profesional que hoy tiene una decena de sedes con más o menos 5000 alumnos ).
En este folleto vamos a presentar la figura de Luigi Musso, que puede ser considerado por todos un ejemplo de vida. Hasta sus 50 años fue un simple laico - ejemplo para todos los que viven en el mundo - y tuvo que enfrentarse con los problemas de todos: el trabajo precario, asistir a su vieja madre, muchos amigos que le pedían consejos y socorro y también incomprensiones y calumnias.
Después de la muerte de su madre entra en el Orden Franciscano con el nombre de Fray Leopoldo y empieza a vivir una particular intimidad con Jesús y con María Santísima.
Sus sufrimientos son físicos ( reumatismos, pulmonías, fuertes fiebres, mal de corazón ) y morales, por las numerosas incomprensiones, ( una de estas le lleva a perder a Hermano Teodoreto, su mejor amigo, que equivocándose, cree que el forme parte de una Comisión de Investigación contra de él ).
"Pónense en corros contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente. Mas el Señor me ha sido por refugio y mi Dios por roca de mi confianza" ( Sal 94, 21-22 )
"Hacemos trampas al justo, porque nos estorba y es contra nuestras acciones; nos reprocha las violaciones de la ley y las faltas contra la educación que hemos recibido.
Para nosotros es una condena de nuestros sentidos: no podemos soportar su vista, porque su vida es diferente de la de los demás y completamente diferente es su camino" ( Sap. 2,12 )
El mundo, pensado y querido por Dios, era un paraíso. Pues el hombre se rebeló a Dios y empezó a padecer, a morir.
Jesús, Hijo de Dios, por su amor infinito de salvarnos, se hizo hombre como nosotros y se cargó con nuestros pecados llegando a padecer sufrimientos físicos, morales y espirituales.
Jesús nos enseña que, si queremos seguirlo, también nosotros tenemos que llevar nuestra cruz, para que se remitan los pecados nuestros y de todo el mundo.
La cruz, hecha de escarnio, calumnias, emarginación, llega a ser muy pesada cuando la persecución viene por parte de otros cristianos, que traman contra el justo porque son celosos del bien que Dios hace por medio de ellos.
Pensemos en Don Bosco, al cual le fue prohibido confesar los chicos a que se dedicaba desde toda su vida, o pensemos en Padre Pio, que unos hombres de la Iglesia consideraban un impostor.
Es una cruz terrible que Dios da a sus preferidos, y ésta les dona la fuerza para soportarla, por nuestra salvación y la de muchos otros.
También Luigi Musso llevó muchas cruces. La primera tuvo que llevarla en Vercelli, en 1889.
Después de haber trabajado por 5 años como cocinero en la familia de los Condes Arborio Mella, Luigi encuentra un nuevo trabajo como jefe cocinero en el Colegio Dal Pozzo.
Su vida ejemplar se pone en contraste con la conducta de unos cocineros, acostumbrados a robar unas partes de los productos alimentarios.
Por lo tanto difunden la voz que Luigi haga actos de sodomía con unos jóvenes con los cuales, por el contrario, iba a rezar.
Luigi Musso, siendo pobre, no tiene algun derecho y no se puede defender de estas calumnias, por lo tanto los Responsables del Colegio lo despiden.
Luigi tiene que irse de Vercelli y halla otro trabajo en Torino.
"Luigi fue herido el la parte más profunda de su alma, en aquella virtud que él amaba mucho y que había cultivado con atención para que también los jóvenes la amaran" ( P. Maccono )
Otras cruces tiene que llevar cuando regresa a Terrugia, su pueblo nativo, en 1896, para acudir a su madre enferma.
Ya está acostumbrado a la Comunión cotidiana, pero el cura, monseñor Robba, un día le dice: "Si quieres hacer la Comunión cada día, ¡hazte religioso!".
Luigi no quiere pelear y no habla de esto con nadie, sino con grande tranquilidad, todas las mañanas se va a pie a la iglesia de S. Germano, que dista más o menos tres kilómetros, participa en la S. Misa y hace la Comunión.
Esto por más de un año.
Cada domingo, después de las Vísperas, hace una especie de peregrinaje: antes al Cementerio y luego a la capilla de S. Grato en el pueblo, rezando el Rosario y otras oraciones.
Más o menos hay 200 personas que lo siguen.
Un día el cura, un poco impulsivo, prohibe las reuniones en la capilla de S. Grato y todos los critican. Luigi, que no quiere que se hable mal de los curas, defiende la conducta y la autoridad del cura.
No se hace más el peregrinaje dominical "inventado" por él, pero la gente sigue reuniéndose al Cementerio para rezar el Rosario y otras oraciones.
Muchos años después ( Luigi ya es un fraile desde hace 20 años con el nombre de Fray Leopoldo ), con Hermano Teodoreto ha inspirado la fundación de la "Casa de Caridad Arti e Mestieri", una obra que, en los primeros años, se sirve de la colaboración de unos veinte nobles y benefactores de Turín.
A éstos no les gusta el nombre y, en lugar de "Casa de Caridad", proponen que se llame "Instituto".
Fray Leopoldo insiste en llamarla con el nombre elegido por Dios, pero él es sólo un pobre cocinero de un convento y todos lo consideran molesto e incompetente.
Piensan que es un visionario y presionan a sus Superiores para que no se ocupe más de la obra.
Le prohiben recibir gente y, por un equívoco, Fray Leopoldo cree que también Hermano Teodoreto, su mejor amigo al cual había confiado las cosas más íntimas de su alma, aún las pertenecientes la Unión y la Casa de Caridad, le haya abandonado.
En la última página de su Diario escribe:
"O mi Jesús, porque soy pobre, simple y no soy noble ¡todos me han abandonado! "
Jesús dijo: "¡Anímate! ¿No somos dos amigos?"
"¡Gracias Jesús! ¡A tí hicieron mal peor!".