Queridísimas Catequistas,

con fraternal afecto os saludo junto al Consejero General Piero Roggero y os traigo un saludo particular y fraternal del Presidente General Leonardo Rollino.

En estos últimos meses, más que en los años pasados, nos con centramos en verificar nuestras Constituciones en su fase de experimentación.

Esto ha permitido volver a las orígenes de la Unión para profundizar el designio de Dios sobre la entera Unión y sobre cada uno de sus miembros.

Las Constituciones que tuvimos de la Iglesia son la guia que el Señor nos ofrece para alcanzar la santidad mediante un celo ardiente.

Estamos llamados a ser particularmente activos en un mundo difícil como es el nuestro en el cual los valores cristianos parecen ser emarginados de una manera siempre más amplia.

Pero cuidado! El activismo puede ser una insidia del demonio al fín de vaciar nuestra vida interior.

El celo de los Catequistas debe surgir de la contemplación de las Llagas sangrientas y gloriosas del Señor, para crecer en su intimidad, asi que nuestro corazón pueda vibrar siempre más de amor para El.

Los hermanos deben poder encontrar a Jesucristo en nosotros y esto comporta una vida de intima unión con El, sobre todo en la Eucaristía.

Cada Catequista debería poder decir, como San Pablo," no soy más yo quien vive, sino que es Jesucristo quien vive en mi".

Llegar a ser una siempre más perfecta trasparencia de Jesús en el mundo es la meta hacia la cual deben tender sus discípulos, los discípulos de Jesús, sus Catequistas hombres y mujeres. Caminamos en esta dirección.

Sobre el reconocimiento jurídico de las Consagradas, nada nuevo ha emergido respecto a todo lo que os ha comunicado el Presidente.

El camino actualmente posible para llegar a la costitución de un Instituto secular femenino, es el de iniciar con la constitución de una Asociación.

Comprendemos vuestro deseo de ver definida claramente vuestra posición, pero actualmente el número de las Consagradas es reducido y los cánones no preven otras posibilidades.

Por encima de la posición jurídica, lo que cuenta realmente es ser colocados en el corazón de Jesús.

El no mira a la posición jurídica, sino que mira a nuestro corazón.

El que se ha consagrado al Señor con una especial consagración, ya pertenece del todo al Señor y esto le basta a El.

Pues el Señor no ama por un tiempo determinado, sino que su amor es eterno.

El no nos pide una parte de nuestro amor, sino todo nuestro amor.

El que se consagra a El, aún con los Votos temporaneos, según las prescripciones canónicas, debe guardar en el corazón la voluntad de un amor casto, vivido en la pobreza y en la obediencia para toda la vida.

El Señor no puede y no debe ser amado por un tiempo, sino por toda la vida.

Es a El a quién miran los Catequistas, las leyes canónicas son una garantía exigida por la Iglesia, para que nuestra oferta a El sea auténtica y estable, sinembargo el centré hacia el cual toda nuestra vida debe tender es a El: todo lo demás es secundario.

El tiempo, que se prevé bastante largo, necesario para llegar a la costitución de un Instituto secular femenino, no quita nada a nuestra relación de intimidad con el Crucificado-Resuscitado

La fidelidad a su amor, como una respuesta de amor creciente y fuerte, también en medio de las dificultades inevitables, es fuente de bendiciones en todo sentido para vuestro Grupo.

Todo aquello que vosotras haréis, sostenidas por la fuerza del Espíritu Santo, con la característica, el timbre y la sensibilidad femenina no puede ser hecho por otros.

La Unión cuenta mucho con vosotras.

Delante de vuestras miradas se abren campos inmensos de apostolado; gracias a vuestra fidelidad y celo apostólico, muchas otras jóvenes se acercarán a Jesús y pedirán unirse a vosotras. Jesús llenará vuestro corazón de luz y de gracia pues queréis ser entre los hermanos "su mente, su mano y su corazón".

Todo cuanto podréis hacer o haréis para ellos. Jesús lo tendrá hecho a si mismo, pero tan solo y en la medida en que estaréis animadas por el amor.

Porque Dios espera una cosa sola de sus criaturas: el amor.

Y un amor total y puro que Jesús recompensará e irradiará mediante vosotras en vuestros ambientes y en vuestro apostolado.

Todo esto es lo que os deseamos con cariño fraternal.