Bienhallados!, queridísimos miembros del Consejo de la Unión en Arequipa.

Ante todo recibid el saludo mió y del Consejero General Piero Roggero, y un agradecimiento muy de corazón por vuestra actividad y vuestro empeño hacia la extensión del Reino de Dios.

Os traemos un saludo muy particular y fraternal de parte de el Presidente Leonardo Rollino quien, no pudendo venir personalmente, non mandó a nosotros para atestiguaros su cercanía espiritual.

Estando a contacto con él cada día, podemos aseguraros cuan a menudo él piensa en vosotros, como os lleve muy en el corazón a cada uno, asi como el progreso y desarrollo de la Unión en Arequipa y en toda América Latina.

La Unión, en su conjunto, es una pequeña grey y sinembargo en estos años muy a menudo trabajó como si fuera una grey grande, bien sea entre vosotros como en Turín.

Nos esmeramos en conocer mejor y en experimentar en cuanto nos fue posible a las nuevas Constituciones, a la luz de las en señanzas de Jesucristo y de la Iglesia, refiriéndonos a nuestro venerado Fundador, el Hermano Teodoreto, para verificar si todo cuanto está contenido en las Constituciones podía ser traducido por nosotros en lo concreto de la vida diaria.

La próxima Asamblea, ya cercana, que haremos en el mes de diciembre, se encargará de precisar y definir mejor los puntos que requieren clarificación.

Estamos seguros que nuestra Asamblea será un tiempo de gracia y como una ola regeneradora se derramará sobre toda la Unión.

Para que el Espíritu Santo pueda obrar potentemente en cada uno de los miembros y en toda la Unión, es necesario prepararnos con una oración humilde y ferviente, una oración de amor.

A las plegarias unamos además los sacrificios ligados a la fidelidad al Señor en la vida diaria recordando siempre que el Señor ama a quien dona con alegría.

Somos miembros de una Unión cuyos titulares son Jesús Crucificado y la Inmaculada: mirando a ellos e imitando su amor, alcanzaremos bien preparados el di a sin ocaso en el cual, unidos a María y con todos los Angeles y Bienaventurados del cielo, podremos alabar para siempre al Cordero inmolado para nuestra salvación.

Discípulos de un Dios crucificado por amor, recibimos de El sus mismos sentimientos de obediencia total al Padre y de un amor misericordioso, humilde y generoso.

Que nuestro amor sea pues un amor misericordioso, vuelto hacia el Dios de la misericordia quien en el Señor Jesús se vació a si mismo hasta el tremendo suplicio de la cruz; y vuelto hacia los hermanos para amarlos con su mismo amor.

Los Catequistas, como El, deben tener un amor fiel y generoso que los haga capaces de aceptar todo sufrimiento, menosprecio y desilusión, capaces de aceptarlo todo por amor a Jesús, de tal manera que el sufrimiento llegará a ser más leve, pues El lo llevará junto con nosotros.

A nosotros no se nos pide buscar el sufrimiento, porque es suficiente el que está ligado a la vida de cada día; a nosotros se nos pide vivir y crecer en el amor, pues solo a quien ama es dado reinar con Jesucristo en la gloria del cielo.

Aprendamos de María y de nuestro venerado Fundador como se ama y como se sufre en cada situación.

Por la intercesión de la Inmaculada, del hermano Teodoreto y de Fray Leopoldo, pidamos la gracia de un amor siempre más puro, de la unidad, de la concordia, de la paz, en saber sobresalir en la estimación reciproca, en saber contemplar a Jesús colgado de la Cruz y en la gloria del cielo como lo hizo y lo hace María Santísima, y pidámosle para que interceda para nosotros el don de un amor grande que se traduzca en humildad, obediencia, concordia y unidad, para ser en el mundo transparencia del amor de Dios.

Esto es todo lo que auguramos con afecto fraternal a nosotros, a vosotros y a toda la Unión.