Turín y Fátima: "¡Rezad y corregid!"

N° 17 - Mayo 2002

Queridos amigos,

en el mes de Mayo, dedicado a María Santísima, queremos recordar dos fechas particulares: el 13 de Mayo 1917, la aparición de la Virgen a los tres pastores de Fátima - Jacinta, Francisco y Lucía - y el 17 de Mayo 1914, día en que un grupo de joven reunidos por Hermano Teodoreto f.s.c., por primera vez se consagraban empezando la Unión de Catequistas, que se propone hacer conocer a Jesús Crucificado.

Además queremos recordar la figura de San Pascual Baylon, cuya fiesta es el 17 de Mayo, que, junto al Beato Angelo Carletti, fue el protector en cielo de Fray Leopoldo o.f.m.

Este número se concluye con una reflexión sobre la perseverancia en la fe y sobre la potente intercesión de María Santísima.

Turín y Fátima: "¡Rezad y corregid!"

" Orad en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda instancia y suplicación por todos los santos " ( Ef 6,18 ).

Podríamos hacer muchas comparaciones entre el mensaje al franciscano Fray Leopoldo y el mensaje a los tres pastores de Fátima.

La primera, muy evidente, es el pedido de oraciones para corregir sus pecados y para la conversión de los pecadores.

Ya en el 1916, un año antes de que la Virgen apareciera, a los tre pastores apareció el Ángel del Portugal, como nos lo cuenta Hermana Lucía: "Después de merienda, decidimos ir a rezar en la gruta ( … ).

Allá, de rodillas, con la cara en el suelo, empezamos a repetir lo que el Ángel nos había enseñado: ¡Dios mío!

¡Yo creo, adoro, espero y amo a Usted! Pido perdón a Usted por los que no creen, no adoran, no esperan y no aman a Usted".

No sé cuántas veces repetimos aquella oración, cuando nos damos cuenta de que una luz desconocida está brillando sobre nosotros.

Nos levantamos para ver lo que pasa y vemos el Ángel con un cáliz en su mano izquierda, sobre el cual está suspendida una Hostia de que unas gotas de sangre caen en el cáliz.

El Ángel deja el cáliz suspendido en el aire, se arrodilla cerca de nosotros y nos hace repetir por tres veces: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos de la tierra, como corrección de los ultrajes, sacrilegios, indiferencias con que Él es ofendido.

Y, por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, Os pido la conversión de los pobres pecadores".

Luego se levanta, toma en sus manos el cáliz y el Hostia. Da a mí la sagrada Hostia y divide la Sangre entre Jacinta y Francisco diciendo: "Tomad y bebid el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos.

Corregid sus crímines y consolad a vuestro Dios".

Y, prostrándose otra vez al suelo, repetí con nosotros por tres veces la misma oración: "Santísima Trinidad…", y desapareció.

Nosotros quedamos en la misma posición, repitiendo siempre las mismas palabras; y cuando nos levantamos, nos dimos cuenta de que era noche y que teníamos que volver a casa " ( de "Memorias de Hermana Lucía", p.65-66 ).

En estos mensajes parece oír las palabras del apóstol Pablo: "Seguid rezando con cada tipo de oraciones y súplicas".

Esto es lo que se nos pide también en este mes, sobre todo con la S. Comunión, la Confesión, la oración de Adoración a Jesús Crucificado y el S. Rosario.

Marco

Humilde grande adorator: S. Pascual Baylon

Sus padres eran humildes campesinos y cuando su hijo pudo trabajar, le dieron unas ovejas que pacer.

El niño, nacido en Torre Hermosa ( España ) en el 1540 con el nombre de Pascual Baylon, ya había descubierto la Realidad más sublime del Catolicismo: Jesús presente y vivo en la Eucaristía.

Pacendo su pequeño rebaño, pensaba sólo en Él sobre el altar y en el tabernáculo.

Cuando las campanas del cercano convento franciscano sonaban, casi sin quererlo, se acercaba con sus ovejas a los muros para compartir la oración de los frailes.

Su vida de pastor ya era reglamentada con el sueno de las campanas del convento que destacaban la vida religiosa.

Superadas unas dificultades, logró entrar en el convento de los franciscanos de Valencia donde, el 2 de Febrero de 1564, ofreció a Dios los votos religiosos como "hermano laico".

Fray Pascual se ocupó en la portería y en la colecta y se propuso hacerse santo en estas funciones.

Aunque fuera muy pobre, se sentía riquísimo porque poseía el Tesoro más precioso en la Eucaristía. Muy fiel a sus "deberes", cada mañana iba a la Santa Misa y se comulgaba y todas las tardes volvía a la iglesia para visitar el Santísimo Sacramento.

Pero esto no era suficiente: todo su tiempo libre y, a menudo, muchas horas de la noche las pasaba ante el Tabernáculo, en profunda y dulcísima adoración.

Cuando iba en otros pueblos o en otras ciudades, la primera cosa que hacía era visitar a Jesús Eucarístico.

Durante la consagración de la Misa, en el momento en que vuelve a presentarse a Dios el mismo sacrificio de Jesús sobre la cruz, se extasiaba y, sin quererlo, una vez se levantó del suelo.

Vivía para adorar y ser una cosa sola con Jesús-Hostia. Su afecto por la Eucaristía se difundió por el pueblo y cerca de él se formó un grupo numeroso de almas que se unían a él en la adoración eucarística, rezando por la salvación del mundo.

Eran los tiempos en que los protestantes ( luteranos, calvinistas… ) negaban la presencia real de Jesús en la Eucaristía y el valor sacrifical de la Misa.

La Iglesia Católica, en el gran Concilio de Trento, había confirmado la fe de siempre en la Eucaristía, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Sacrificio de adoración a Dios y de expiación de los pecados para la salvación de los hombres.

Con la luz luminosa que llegaba de la Eucaristía, fray Pascual transmitía también a ilustres teólogos lecciones altísimas sobre la Fe Católica, en primer lugar sobre el Santísimo Sacramento.

Ellos se preguntaban: "¿Pues no es el humilde fraile laico e iletrado de Valencia?".

De esta manera, aún en vita, su fama de santidad aumentó y aumentó aún más después de su muerte, el 17 de Mayo 1592, día de Pentecostés y de su 52° cumpleaños, en la misma hora que él había previsto.

Mientras estaba muriendo, las campanas de la Iglesia sonaban anunciando la consagración del Pan y del Vino durante la Misa.

En el 1690 Papa Alejandro VIII lo hizo santo y en el 1897 León XIII lo proclamó protector de las obras y de los congresos eucarísticos.

El poeta Giovanni Pascoli habló de él en la poesía "Suor Virginia", como de el que anuncia la hora de la muerte a los que fueron muy devotos a la Santísima Eucaristía.

Propio en el día de su fiesta, el 17 de Mayo 1914, los jóvenes del Ven. Hermano Teodoreto se consagraron por primera vez en la Unión Catequistas de Jesús Crucificado y de María Inmaculada, eligiéndolo como modelo de los que han sido llamados para adorar a Jesús inmolado sobre la cruz y sobre el altar.

Paolo

¡Ay de los que desprecian a Dios, Jesús Crucificado!

Adorémoslo, apretémoslo a nuestro corazón como si fuera la última hora de nuestra vida y dicémosle: ¡dulce Jesús, lléname de tu misericordia!

¡Nosotros queremos amarte, adorarte, bendecirte, glorificarte, loarte eternamente, porque eres nuestro Jesús Santísimo, verdadero hijo de Dios Padre y de María Santísima!

( Fray Leopoldo, 26 de Octubre 1909 )

Además, no nos dejemos engañar por nuestro orgullo cuando nos quiere hacer creer que nuestras Cruces son grandes, es decir que son el signo de nuestra fidelidad a Dios y de nuestros progresos en la virtud; cuando ocurre esto, pensemos:

a ) Que nuestra soberbia agranda lo que, en realidad, es pequeño y nos hace creer que graves injurias y crueles abandones son cosas ligeras;

b ) Que las Cruces pueden ser un amoroso castigo por nuestros pecados;

c ) Que por cuanto grandes las cruces sean, siempre son pequeñas si comparadas al número y a la gravedad de nuestro pecados.

( Hermano Teodoreto )